jueves, 28 de agosto de 2014

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Se han ido todos. Todos los que aliñaban mi vida azucarada han desaparecido. Y ahora estoy yo sola.
Demasiado empalagosa. Demasiado dulce. 

Estoy jodida y los echo de menos. Aunque a veces me planteo si realmente es a ellos a quienes extraño o a su compañía. Ahora me da igual. Tengo que avanzar. Te he comido y ahora me las tengo que contar.

Pero no quiero más azúcar en mi café, ni más miradas que me hagan enloquecer. 
Quiero acostumbrarme a ser diabética, inyectarme una buena vacuna y olvidar el efecto techo que voy a provocar.

Quiero un superhombre de Nietzsche. Estoy trabajando duro para ello. Quiero...

No sé qué quiero. Por eso ya no escribo. Porque no puedo escribir de nada. O si. Seguramente sí. Pero yo no sé. En la nada veo vacíos, pero cosas tan intangibles que solo estoy en contacto con ellas cuando me sumerjo en la nada. Y me quedo a oscuras. Pero entonces ahí no piedo escribir... Y no sé. 

O no quiero saber. No lo sé tampoco.



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