martes, 28 de enero de 2014

Hey


Dudé durante tres segundos, miraba alternativamente tus ojos y tus labios. No quería romper mis palabras, pero tampoco quería que me siguieran persiguiendo los recuerdos de la tortura de cada beso que te quise dar y no lo hice. De cada duda atacándome por dentro, preguntándome si eso eran sentimientos. 


Y te besé, o mejor dicho, nos besamos.





sábado, 18 de enero de 2014

-

Supongo que el orgullo acabó devorando cada una de la palabras que no te dije. 
Las guardaba para ti. 
Creo que ya pasó el tiempo y la oportunidad. Que me quedé esperando demasiados días que me vinieras a buscar. 
He soñado muchas noches contigo y me he despertado con el sabor de tus besos en mis labios. 

O el sinsabor.

He vendido parcelas de mi cabeza con tus recuerdos y he agotado las historias sin acabar. 


Creo que ya no queda nada más.





Vamos a dejarnos de tonterías 58272.



Volví al mismo sitio de los días anteriores.
Para qué nos vamos a engañar, me gusta pensar que vendrás.
Un café, un cigarro, un donut y una mente tan espesa como dispersa.
Me quedan escasas horas en la ciudad... Y aún no sé qué pensar.
Solo le doy vueltas al qué pasará. Hubiera apostado fuerte. Si no fuera por esto, por lo otro, y por lo de más allá.
Vamos a dejarnos de tonterías, pedía. Pero solo sabía que por sus huesos me moría. Vamos a dejarnos de tonterías, vamos a mirarnos a los ojos y a hablarnos claro. Vamos a dejar de jugar con fuego que se nos acaba el tiempo y nos quemamos. Que a mi me consume y a ti te raja. Vamos a no andarnos con rodeos y a decirnos lo que pensamos. No me jodas y sé claro. Yo sé que pasa algo. 

Guerras psicológicas con tantas muertes como dilemas. Voy cerrando puertas a la vez que cavo túneles en la trastienda. Hasta verme arrinconada. Por si vuelves, por si cambia, por si no muero... 
Te cuento que pegué portazos como única alternativa, que no me quedan salidas, pero tengo un abecedario entero con planes de huida. Dios sabe que rara vez me veo con una única opción. Y, justo esa, es mi ruina. 

Tengo márgenes de errores infinitos y mil caminos cuando me equivoco. Tengo siete millones de opciones y apuesto por la que yo quiero, no por la que me dé más beneficio. No soy buena empresaria, ni en los tratos fáciles salgo ganando. Mi corazón va controvertido y cree que gana más cuando el resto del mundo ve que pierdo. Yo me fío de él más que de mí misma. No sé cómo lo hace, ni qué reglas aplica, pero a la larga, siempre se duplica.  

Me está pegando el sol de frente y sé que se me leen las ideas en los ojos a kilómetros de distancia. Agacho la mirada para que no me las robe la gente... Que hay mucho gitano, y mucho ladrón.

No quiero filosofías baratas, ni historias de payasos que acaban muertos y les sale caro. Pero es que las filosofías las encuentras en la calle y son gratis. Y los payasos te cobran a euro la sonrisa y no llevan garantía ni reclamos.

Menuda porquería... Y cuanta tontería.

come back.



De vuelta a donde siempre. La misma mesa de siempre. La misma música. La misma gente...
Y las mismas movidas mentales de siempre. 

Yo no quería saber nada más de eso. Me daba igual ya. 
Horas vacías. Tardes muertas. Muchas cosas que hacer y un buscar el sitio para mí constante.
Pasaban los días y nadie lo sabía, pero yo ya no estaba allí. Me había ido. Nadie se daba cuenta. Yo tampoco quería. Sonreía, asentía... Y con mi máscara bien atada hacía lo que quería. Qué más daba?
Tal vez algún día pueda mirar atrás y recordar todo esto como una etapa más, un momento de mi vida en el que todo me daba igual. Con algún tachón en los renglones, alguna nota al margen y días de verdad. 

Bus II



Fue en un trayecto de autobús un lunes por la noche cuando me di cuenta. Sobre las nueve.
Cuando noté el sabor rancio del chicle dando vueltas en mi boca. Con la lengua dormida y cara de huida.
Las luces de los semáforos me deslumbraban. Una muchacha sentada a mi lado no paraba de mirarme. Cómo si le importara lo que estuviera escribiendo en el móvil.
Tenía el culo dormido de estar sentada y la espalda partida en cinco trozos por los putos asientos de plástico duro.
La música estallaba en mis oídos. Y me protegía con la capucha de mi alrededor. 
Llevaba cerca de una hora en el bus. Encontraba un nuevo compañero de viaje en cada parada.

-

miércoles, 15 de enero de 2014

Sintomatología negra.



No puedo escribir.
No sé que tengo dentro.
No lo puedo sacar.
Creo que es veneno
que me metieron en algún lugar.

Son ríos impactando de frente.
Sol quemándome los vaqueros.
Moscas que no se van.
Paseos en bicicleta sin ir a ningún lugar.
Buscar adrenalina.
Fuerza para destrozar.
Son tus palabras sin mirarme.
Es esconderme en sudaderas enormes.
Gafas de sol para no llorar.
Son cielos azules los domingos
y gotas de lluvia golpeándome los lunes.
Sombras sin sentido.
Y sobre todo, es buscar.
Esperar.
El estado de espera eterno. 
Los infinitos decimales de sus cálculos.
Cafés que se enfrían alargando momentos.
Alarmas sonando para romperlos.
Son días grises.
Son putas que te hacen llorar.
Son sonrisas infieles.
Y ojos traidores.
Son extraños escrutinando tus pasos.
Es humo volátil.
Son tardes vacías.
Es sabor a hierro.
Noches largas.
Y mañanas perdida.
Carne viva y fuego cerca.
Son hostias en la carretera.
Y en la cara.
Son horquillas en las olas.
Y pies colgando del muro.
Dobles sentidos.
Y stops.
Son desconocidos muy conocidos.
O queriéndolos conocer. 
Es despojarme del cielo.
Y hojas verdes en mi sien.
Son tus mentiras disfrazadas.
Y mis informes de locura generalizados.
Son noches leyendo.
Es un pasado perdido.
Son los besos que no se dieron.


Y las promesas que son nada.





miércoles, 8 de enero de 2014

one day.




La habitación olía a humanidad y marihuana. Había estado trabajando en el portátil todo el día metida en la cama. Estaba harta.

Salí un momento al baño y cuando volví el olor me golpeó en la cara.

Tenía la cama deshecha, quinientos mil cojines desordenados, miles de folios tirados y apestaba a horas de apalanque.

El cenicero de lata adquirido recientemente descansaba encima de uno de los cojines con la última colilla humeando a punto de apagarse. 
Y Big Cheese inundaba la estancia. Me encantaba esa canción.

Tenía un sabor amargo en la boca, el de aquel que no ha dejado la cosas terminadas como debiera. 
La amargura de la huída. De la distancia.
Pero no tenía tiempo para pensar en estas historias. Tenía mucho trabajo que hacer, poco tiempo y estaba bastante agobiada. Así que me forcé a realizar todo eso en lo que tenía puestos mis objetivos intentando dejar de lado lo que luego descubrí que eran necesidades.

Mi mente volaba de un lado a otro, entre pitillos y teclas de ordenador tenía pensamientos repetitivos, me asaltaban preguntas que sentía que necesitaba darles una respuesta y estaba lo menos parecido a concentrada que podía estar.

El penúltimo albúm de Kurt Cobain no paraba de reproducirse en mi portátil y yo no paraba de reproducir sus letras en mi cabeza. Joder. Cómo me gustaba.

Finalmente, desistí. Dejé a un lado lo que debía hacer para hacer lo que me dio la gana.
Y me sumergí en un viaje durante unas largas horas por la red. 
Me enganché a un libro, pero estaba escrito en fondo negro con diminutas letras blancas y me destrozaba la vista, por lo que dejé de leer a las treinta páginas aproximadamente. Eso me recordó que este blog también lleva ese diseño, por lo que quizás, al rato, comienza a hacerse tediosa su lectura. No lo sé. Tampoco me importa, en realidad.

Y estuve navegando por estos últimos días en los que solo había tenido tiempo para vivir y no me quedaron minutos sueltos para pensar. Intenté recordar todo lo que había hecho en este tiempo y descubrí, sin ninguna sorpresa la verdad, que tenía unas lagunas enormes y muchos recuerdos difusos a causa de mis últimos colocones. 

En parte, me gustó, porque había disfrutado como una perra estos días. Pero por otra parte, me hizo sentir culpable ya que contabilicé un total de casi tres semanas flotando por el mundo.

Había quemado más hierba estos días que en los dos meses anteriores juntos. Y había esnifado más coca que en toda mi vida.

Los días que me drogaba, solía levantarme jodida. Más de la cabeza que de otra cosa. Por que le tengo gran aprecio y a veces noto como millones de diminutos túneles me suben por la cara hasta mi cerebro. Esos días me doy asco. 
Pero también pienso otras movidas que paso de escribir, y se me pasa.

En fin. Como siempre y como hasta ahora.

En realidad, aunque no quede muy bien visto comentarlo, me encantaba el olor a marihuana en mi habitación. 
Abrir la puerta y embriagarme de ese olor dulzón, penetrante y relajante del interior. Cheese, blueberry, widow o alguna hidropónica cuidada. Siempre lo digo, ambientador de marihuana sería la polla. 

Pero también tiene sus contras. Incita bastante a su consumo, y en algunas épocas de mi vida, veáse en exámenes, no es muy oportuno ni beneficioso que esto ocurra. 

Por eso hoy, día 7 de enero (o por ahí) tras recapitular un poco, me he puesto el disfraz de persona seria que requiere estas fechas. Y la careta de persona formal, responsable y fuerte para afrontar los casi dos meses jodidamente intensos que vienen por delante sin bajones ni movidas.

El Máster y sus putos exámenes, los exámenes de mis dos carreras, el Experto y las prácticas, terminar los trabajos que tengo a medias y terminar la asistencia a clase que me está matando. 

Espero que me vaya, al menos, tan bien como estos meses del año pasado. Y además, espero que me sobre tiempo para entrenar que últimamente estoy muy dejada.

Me siento con fuerza y feliz, así que de paso, por si alguna persona perdida por estos lugares me lee, le deseo un buen comienzo de año.



martes, 7 de enero de 2014

Clock.


Menuda putada. Cómo se me ha escapado el tiempo de las manos. Cómo lo he malgastado y cómo lo he tirado. 

Hostia puta. 

Por qué no aproveché cuando podía? Por qué no dejé que calentara mis manos frías? 
Se evaporó el humo y gastamos los días de invierno. Nos fumamos los efímeros momentos que escondía entre mis cuadernos. 

Y robamos horas al minutero. Y nos pesaban en la espalda como un mal trato con el carcelero. 
Dile que te deje marchar. Dile que ya lo vas a dejar en paz. Que ni te importa, ni lo pienso. Que quieres libertad a cualquier precio. 



Calla. -que pasan las horas volando- Ríe. -y jugamos mientras tanto- Llora. -que hay putas merodeando- Y besa. -que puede que mañana ya no sea tu princesa, no me calientes la cabeza.



WB.