jueves, 29 de septiembre de 2011

Historias y otras tonterías. I

Ella vivía feliz. Vivía en la ignorancia de una bonita burbuja rosa que flotaba en el aire. No tenía cimientos, ni seguía la ley de la gravedad. Ella vivía en el aire. Sólo conocía lo que se encerraba en el interior de su burbuja. Lo que delimitaba ésta, era una capa translúcida de algo parecido al agua con jabón.

Ella podía mirar hacia fuera, pero veía como si tuviera los ojos empañados, aunque fuera un efecto de la burbuja. Lo que no veía bien, podía preguntarlo a sus compañeros.

Sus compañeros eran tres personas más, un hombre, una mujer y un niño. El hombre siempre estaba ausente, nunca mostraba nada 'real', y su función era decir lo mucho que la quería y rodearla de placeres caros que a su corta edad no apreciaba.

La mujer era con la que más trato tenía. Era su solución a las preguntas. Los 'because' de sus 'why'. Era la que más le influía. La mujer alardeaba de su conocimiento, de tener su carrera, y hacía mucho incapié en que Ella también debería tener una algún día. La mujer se creía sabia. Si Ella tenía preguntas y la mujer no sabía las respuestas, se las inventaba, las suponía, o hacía cualquier cosa con tal de llenar ese agujero de curiosidad. Cuando Ella miraba a través de su burbuja y veía algo que no le cuadraba y le preguntaba, la mujer le respondía según su parecer, su subjetividad, y sus creencias/valores/ideas políticas. Para Ella, la mujer era su fuente de conocimiento, porque desmentía a cualquier otra.
La mujer no había vivido con Ella siempre. Antes había otra mujer a tiempo parcial que se ocupaba de satisfacerle sus necesidades básicas, y le aportaba algo de conocimiento.

El niño era más pequeño que ella, con lo cual Ella era un ejemplo a seguir. Ella le mostraba el mundo tal y cómo se lo habían mostrado a ella, añadiéndole pequeñas cosas que descubriera. Nada relevante en este caso.




La niña asistía al colegio y allí aprendía a leer, sumar y demás conocimientos básicos. Veía cosas que en su burbuja no ocurrían porque no había niños de su edad. Y Ella no las entendía. No entendía por qué los niños le rompían las muñecas a las niñas. Por qué las niñas iban a la profesora llorándole y ésta les regañaba a los niños. Ni por qué la profesora tenía preferencia por las niñas y a los niños no les hacía tanto caso. Ella veía todo una tontería, y acostumbrada a que en su burbuja nadie le rompiera las muñecas ni tuviera que llorarle a nadie para defender sus derechos le preguntaba a su compañera, la mujer. Pero ella desmentía todo. Le daba la razón a Ella. Sólo Ella tenía razón y las cosas eran cómo Ella las veía. La mujer decía que no había nada más.

Si en el colegio decían que el Actimel era buenísimo porque tenía mucho calcio y blablabla, la mujer decía que no, que no era bueno por un motivo X. Y Ella se lo creía. No lo discutía. Aunque todo el mundo le dijera que era bueno. Por qué le iba a discutir a una sabia? Tenía que tener razón.

El por qué de esto último, aún no lo he llegado a entender. No sé porque la mujer se comportaba así. Habría que preguntarle, y por ahora, no lo voy a hacer.

La infantil mente de Ella iba conociendo el mundo exterior a su burbuja, y mirándolo cómo ella quería verlo. Preguntando sus dudas, que eran muchas, y contando sus infantiles conclusiones. La mujer no siempre le daba la razón abiertamente. Pero NUNCA se la quitaba. Dejaba respuestas ambiguas en el aire.

Y así fue cómo Ella fue conociendo el mundo existente fuera de su translúcida burbuja.

Pasaron años. Ella creció y entró en etapas más difíciles del ciclo del crecimiento. Había problemas en la burbuja. Y Ella quizás no supiera poner con palabras nada de lo que veía. Ella sentía mucho y sabía transmitir muy poco. Pero sintió que pasaba algo. Y preguntó. La mujer, por miedo a que explotara la burbuja que con tanto trabajo había sido creada, negó todo. Lo disimuló como pudo, y presionó al hombre para que delante de Ella hiciera lo mismo.

Ella sintió todo. Inconscientemente se dio cuenta de todo. Pero con palabras, no sabía expresar lo que sabía, lo que sentía. Y creo que aquí fue cuando empezó a desarrollar un 'sexto sentido' que le será muy útil para el futuro en algunos aspectos, y le creará muchas patologías, en otros. Ese 'sexto sentido' consistía en una especie de 'sensaciones' muy profundas que le daban y le hacían saber qué pasaría a continuación, y sobre todo, veía las intenciones.



Ella lo empezó a desarrollar como otro juego más. Escuchaba al hombre y a la mujer hablar y jugaba a adivinar realmente qué había detrás de esas conversaciones.
En el futuro, cuando se produjeran ciertas situaciones incómodas, sobretodo, a Ella le daría la sensación de que X persona haría tal cosa, o de que X persona pretendería tal otra. Lo que a Ella le servía para anticiparse a los movimientos inconscientemente. Y controlar. Se puede tildar de 'sexto sentido' o simplemente otra patología más para la larga lista que desarrollaría con el tiempo. La cuestión es, que hasta hoy, su sentido extra sólo le ha fallado dos veces.

Todo lo de su sexto sentido Ella nunca lo ha sabido expresar. A Ella le daba la sensación de que debía hacer tal cosa porque 'sabía' que la otra persona iba a hacer tal otra, pero no sabía explicar porque debía hacer eso ni cómo lo sabía. Si se le preguntaba no daba respuestas coherentes. Ella nunca ha entendido lo que realmente le pasa. No sabe explicarlo, simplemente lo siente así.
Ella, sobretodo, es una acumulación de sentimientos, emociones y sensaciones.

La mujer, con el paso del tiempo, debió vislumbrar que la burbuja explotaría pronto. Y mientras Ella jugaba a adivinar lo que haría el otro, iba al colegio, y por las tardes tenía un horario de actividades extraescolares que la mantenía toda la tarde lo suficientemente ocupada como para no acordarse de las grandes ausencias del hombre y la mujer, ésta organizó un gran cambio.

La mujer decidió que moverían la burbuja. La colocarían en otra ciudad.
El año justo de antes de moverla, la niña empezó a conocer el mundo desde otro aspecto. Lo empezó a conocer realmente desde sus ojos. Sin servirse de los de la mujer. Aunque todo lo que vio a través de ellos lo ha estado defendiendo hasta hace poco.

En la mudanza de la burbuja, se perdieron muchas cosas, otras se quedaron por el camino, otras en intento, y otras simplemente se abandonaron en la burbuja antigua. Con tantas cosas entrando y saliendo, la burbuja se rajó. Y las rajas provocaron grietas profundas.


[...]

lunes, 26 de septiembre de 2011

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Me he dado cuenta de que ultimamente solo escribo mierda.

No es que alguna vez haya escrito otra cosa. Tampoco es que me esfuerce, la verdad.
Pero hice el blog para reflejar lo que de otra manera no me sale, mis sentimientos más profundos, las razones de mis lágrimas, mis noches sin dormir, mis miedos ocultos, toda la escoria que me turba y me perturba, y ultimamente no me noto muy volcada.

No me duele escribir lo que siento como me dolía antes. No me transporto al momento cuando lo releo. Veo esto sumamente pobre. De sentimientos, de expresión y de riqueza lingüística.

Tambien me he dado cuenta de que me cuesta escribir. De que necesito silencio. De que me molesta cualquier ruido.
De que me paso el día en constante contacto conmigo misma pero me cuesta exteriorizarlo. No soy capaz. Y no por que yo lo diga ahora. Si no porque de verdad que me cuesta. Porque lo que escribo no representa ni un uno por ciento de lo que siento, de lo que sufro, de lo que me alegro.

Creo que los textos que mas me han llenado los he escrito cuando me aburría en clase. En ese silencio hilado por una voz monótona hablando de cualquier tema que, realmente, no me incumbía en absoluto.


















Sofá.

Vaya taquicardia tengo.





Me encanta estar sentada en mi sofá, en la esquinita de mi sofá. Acurrucada contra el brazo de éste. Mi cuerpo se adapta. Con movimientos bruscos, incontrolados. Se hunde y pasa a formar casi parte de él. Pero me siento la respiración. Como el aire atraviesa mi nariz, mis pulmones y vuelve a salir. Siento mi corazón dislocado. Tengo taquicardia ahora mismo. Late, late, late, late... frenéticamente. Me estoy empezando a agobiar un poco la verdad.

Lo he estado pensando, en realidad, la vida es comparable a mi situación actual. Yo creo que a todos nos pasa.

Te sientas en tu sofá, en tu acomodada vida, y encuentras la postura. Esa postura en la que piensas que no te moverás jamás, que nunca has estado tan a gusto, que permanecerás así siempre.
Pero las piernas se te empiezan a cansar, la espalda te empieza a doler.. Ya no estás a gusto, necesitas moverte, cambiar.
Y tu cuerpo se vuelve a acurrucar contra el sofá. Encuentras otra nueva postura. Otra en la que crees que jamás habías estado tan a gusto, en la que no te quieres mover nunca. Y así sigue el círculo vicioso.
Hasta que te levantas del sofá.

Me recuerda a muchas cosas. A una relación, en la que estás tan acomodado que no quieres que nunca termine. Vas cambiando de postura, te empiezas a cansar, empiezan a fallar cosas, y tu te vas acomodando en diferentes posturas para no levantarte del sofá. Tu sabes que puedes estar a gusto, quieres seguir allí. Pero quizás tengas los músculos atrofiados y los huesos entumecidos, y necesites levantarte y salir a correr.

Quizás es tu misma vida y tus creencias adoptadas desde pequeño. Que sabes que necesitas salir a correr, pero simplemente, estás cómodo. Te gusta tu sofá y sus facilidades. Cambio de postura y todo solucionado. Pero llega un momento, que cuando llevas demasiadas horas, ya no aguantas más en el sofá. Y con algunas edades, se necesita levantarse y correr. Buscar un banco en el parque en el que acomodarte igual o, probablemente, mejor.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Se me pone el vello de punta


Cuando encerrada en mi habitación, sumida en la más maloliente mierda, escribiendo los versos mas pobres, sintiendo demasiadas cosas a la vez y sin velocidad suficiente para recogerlas todas y traspasarlas a palabras, llego a alguna conclusión de la que me sienta orgullosa.

Una conclusión de la que me felicito y digo, 'Bien, es tuya, se te acaba de ocurrir a ti, las horas que llevas escribiendo basura han merecido la pena'.

Y meses, días, años después, me doy cuenta que una persona X, en un sitio Y, ha llegado a la misma conclusión.
Pero, verdaderamente, lo que me pone el vello de punta es que lo haya expresado con las mismas palabras. Que no haya usado sinónimos, ni haya alterado el orden, que haya pensado lo mismo, igual.

Y además, que yo misma haya coincidido con esa persona en algún momento de mi vida. Que esa persona de cierta manera haya podido ser importante para mí en algún aspecto.

En este caso, un amor. De los que te queda ahí la espinita.
Y lo ves crecer, y ves que está más o menos guapo, que te gusta su madurez, que te gusta lo que hace, que lo espías a través de las redes sociales y recuerdas cuando erais pequeños. Y sabes que tiene la misma cara, la misma mirada.

Siempre pienso, y si en unos años coincidimos en algún otro lugar inesperado? Y si de mayores seguimos lo que empezamos como un juego de niños? Y me entretengo imaginando mi propia historia irreal.
No creo en el destino, pero sí en las casualidades. Y por qué no? Es una bonita casualidad que haya expresado tu misma conclusión con tus mismas palabras.

Si, todos podemos soñar. Pero no aspiro a tanto.
Ni siquiera soy capaz de soñar. Mis sueños son tan pobres como mis textos.

Me limito a fumar, a contemplar el humo, y entre calada y calada, alguna que otra lágrima. Eso sí, salada.





viernes, 23 de septiembre de 2011

Cambio radical.



Admitida. Esa ha sido mi primera noticia del día. Y acaba de cambiar todo.

Sigo con las mismas preguntas y sin respuestas, pero ya no me importan tanto.
Es dejarme llevar, hacer lo que me gusta, y por ahora, disfrutar.

Sin propósito, ni fin, ni nada racional, simplemente disfrutar.

He mirado mucho al pasado estos días y con nostalgia, miedo, y echando de menos, ahora miro al futuro, o más que al futuro me limito al presente. Voy a disfrutar.

La noche de ayer fue un poco rara. Tenía un examen super importante el miércoles que no tocaba la materia desde junio y anoche me decidí a estudiarme el temario entero en una noche. 
Me he acostado a las 8 de la mañana con el temario para un 10 y a las nueve de la mañana me ha llegado un sms diciéndome que estaba ADMITIDA.
Ya no necesitaba hacer ese examen..

Y hoy poco que contar! Estoy muy muy contenta. Las cosas marchan como, en mi opinión, debería haber ido desde un principio.


Me paso los días escribiendo borradores. Nunca lo veo lo suficientemente coherentes, pasables, adecuados como para publicarlos. Pero hoy lo voy a hacer. Me apetece.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Decisiones... y preguntas.


Hoy me han despertado de manera bastante desagradable, pero me levantado contenta. Ayer estaba hundida pero después de unas lágrimas y algunas palabras, me he despertado bien.

De hecho, muy bien. Hasta que ha llegado M contándome gilipolleces varias respecto a mi futuro.

Acabo de tener la certeza de que me he equivocado en mi vida. Creo que todas las decisiones que he tomado hasta ahora han sido un error. Pero las que he permitido que tomaran por mi, también.
Y lo peor de todo, lo que están decidiendo por mí en este mismo momento, estoy convencida de que es otro error más.

Hay varios aspectos que me definen, que nunca deberían haberlo hecho.

Creo que este año está siendo muy importante para mí, o más que importante, decisivo.

En este momento me asaltan las dudas, y además estoy sometida a presión. Hecho que no favorece en absoluto que saque conclusiones acertadas. El plazo acaba hoy, acaba en unas horas.

Y a raíz de esta 'tontería' me empiezo a plantear otros asuntos.. Realmente, qué es la vida?
Quizás la clave no esté en esa pregunta y sea cuestión de no buscar respuesta, si no otra pregunta. Pero no puedo evitar tenerla ahí presente por ahora. QUÉ ES LA VIDA? En qué consiste? Quién soy, a dónde voy y de dónde vengo?

Quizás M no debería de haberme dado respuestas tontas a otras cosas y debería haberse empeñado más en satisfacer mi temprana curiosidad respecto a esas preguntas. Quizás M no debería haberme cegado tanto pintándomelo todo de color rosa. Quizás M..

Quizás YO no debería haber creído a M. Nunca.

Pero cuando se tienen 3, 5, 8, 11, 15... años, y es quien te da de comer, quien te educa y te cuida, tu figura de máxima credibilidad, es difícil no creer a ciegas en lo que te cuente.


Lo hecho, hecho está. Y ya no sé si puedo dejar de creer en valores que llevo dieciocho años defendiendo. Ya no sé si estoy a tiempo, si los errores se pueden enmendar, si se puede volver atrás. O quizás no sea cuestión de volver atrás, y solo haya que cambiar aquello que me perjudique.. Pero, cómo sé qué es lo que me perjudica?

No puedo ser objetiva, estoy trastornada. Y las culpas o responsabilidades.. me gustaría achacárselas a alguien.. a M. Y no por venganza, o similar, sino por ser la que más años lleva, la que más me ha influido, y la que más decisiones ha tomado por mí.


Retomando el tema de antes, le sigo dando vueltas al asunto. Qué es la vida? Cuál es mi propósito?

QUÉ COÑO HAGO AQUÍ?

Yo ya no sé si es que le doy demasiadas vueltas a las cosas, si es que me gusta, si es que estoy loca o qué es lo que está pasando aquí.

Por que yo miro a mi alrededor... y veo una gran cantidad de, a mis ojos, infelices, que viven tranquilos, tienen sus trabajos, sus familias, sus preocupaciones son lo que hace el hijo del vecino, el primo del hijo de no-sé-quien, que éste o aquel están ingresados en el hospital, y aparentemente viven bien. No sé si la infeliz seré yo.

Somos seres caducos que vivimos preocupados por tonterías.

Creo que mi problema es que me preocupo por cosas eternas. A mí me da igual lo que haga el hijo del vecino..

Veo una gran cantidad de gente que no parece pensar mucho.. tiene una vida autómata, tranquila y sin preocupaciones realmente grandes, aunque a sus ojos son desgracias universales que se les muera el perro.



No sé que pensar, ya creo que desvarío. Como siempre.
Pero sigo sin respuestas ni preguntas novedosas. Por qué estamos aquí? Es tan importante que haga una buena carrera? Para qué quiero luego la carrera? Mi propósito en esta vida es trabajar?
Realmente.. para qué quiero una carrera, trabajar y ganar dinero? Para vivir.. para poder vivir.. pero para qué se vive?
Busco metas, propósitos, saber que hago aquí.. Aunque quizás a clave sea no pensar y sólo vivir.. quizás mi mayor error haya sido plantearme nada.

Pero a mi no me gusta vivir sin más. No creo que vivir sea un propósito.
Hoy, todo carece de sentido.

A veces creo que la vida es demasiado corta y que necesitamos otra para entender lo que realmente importa.