martes, 9 de julio de 2013

Don't try.

Es ese tipo. Bukowski. 
El que me está volviendo loca cada día que pasa.


"Si el libro que leemos no nos despierta como un puño que nos golpea en el cráneo, ¿Para qué lo leemos? ¿Para que nos haga felices? Dios mío, también seríamos felices si no tuviéramos libros, y podríamos, si fuera necesario, escribir nosotros mismos los libros que nos hagan felices. Pero lo que debemos tener son esos libros que se precipitan sobre nosotros como la mala suerte y que nos perturban profundamente."

Franz Kafka.


Con esta cita del extraño Kafka quiero empezar esta entrada. La descubrí no hace mucho pegada en el despacho de un conocido. Y me golpeó, no sabéis de qué manera, por lo que la quiero compartir.

Cuánta razón. El gran Bukowski. El borracho de Bukowski. El viejo de Bukowski...

Me lanza semejantes hostias en cada uno de sus textos que no sé donde encajarlas. Me perturba.
Me cabrea, y mucho.
Hace aflorar tales sentimientos que solo por ello puedo reconsiderar tomarlo en serio.
No me hace feliz, no quiero creer sus historias, tampoco sé como encajarlas. Me molestan. Me jode leerlas.

No sé como tomarme a este personaje singular. Se emborracha con cerveza barata y escribe desinhibidamente. Narra sus extrañas historias, te comen, te provocan.



Parece que está ahí para cabrearte. Y aún así, cuánta razón. 
Y cuánto prototipo instaurado. Cuánta verdad de su tiempo. Cuán típico es Bukowski. Y por eso atrapa.

Te come la duda. Es así, no quieres creerlo pero es así. Me jode creerlo también.

Muestra esa parte que sabes que existe pero no quieres creerlo, esa parte a la que prefieres no mirar. Prefieres tildarlo de "borracho y viejo" y no ver el trasfondo. 

Creerte ciego en un mundo en el que sus historias están a la orden del día. En el que hay más gente como Chinasky de la que creemos que hay. 
En el que todas esas muchachitas existen, pero no las encontramos. Solo él sabe quienes son. Sólo los "Chinaskys" del siglo XXI las conocen y tienen nombres. Saben donde se mueven y qué hacen.

Pero estoy fuera. No soy una de esas muchachitas ni conozco a ningún Chinasky. Tampoco quiero conocerlo.

Centrándonos en lo que realmente quería escribir, tengo que trasladar todo eso a los prejuicios.

Me jode porque es la pura imagen de todo lo que odio. Me jode enormemente.

Un viejo borracho, verde y que abusa. Que no tiene límites ni los conoce. Ni ha hecho por conocerlos. Abusa de la dignidad de las personas, de la educación, de las formas, de los protocolos. Y aún así sabe que es bueno. Sabe que es realmente bueno.

Recrea lo que a muchos hombres les gustaría ser, o les gustaría ser capaces de hacer, o de tener. 
Da detalles, nos hace trasladarnos a su mundo en el que todo lo soluciona con un buen trago y algún que otro polvo peculiar.

Hace carecer a todo de importancia. Se rie de lo socialmente aceptado. Y todo enmarcado en un contexto sin salirse de su tiempo. Por lo que aún golpea más.


Cómo me gusta y cómo me jode.

Gran Bukowski.











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