miércoles, 15 de enero de 2014

Sintomatología negra.



No puedo escribir.
No sé que tengo dentro.
No lo puedo sacar.
Creo que es veneno
que me metieron en algún lugar.

Son ríos impactando de frente.
Sol quemándome los vaqueros.
Moscas que no se van.
Paseos en bicicleta sin ir a ningún lugar.
Buscar adrenalina.
Fuerza para destrozar.
Son tus palabras sin mirarme.
Es esconderme en sudaderas enormes.
Gafas de sol para no llorar.
Son cielos azules los domingos
y gotas de lluvia golpeándome los lunes.
Sombras sin sentido.
Y sobre todo, es buscar.
Esperar.
El estado de espera eterno. 
Los infinitos decimales de sus cálculos.
Cafés que se enfrían alargando momentos.
Alarmas sonando para romperlos.
Son días grises.
Son putas que te hacen llorar.
Son sonrisas infieles.
Y ojos traidores.
Son extraños escrutinando tus pasos.
Es humo volátil.
Son tardes vacías.
Es sabor a hierro.
Noches largas.
Y mañanas perdida.
Carne viva y fuego cerca.
Son hostias en la carretera.
Y en la cara.
Son horquillas en las olas.
Y pies colgando del muro.
Dobles sentidos.
Y stops.
Son desconocidos muy conocidos.
O queriéndolos conocer. 
Es despojarme del cielo.
Y hojas verdes en mi sien.
Son tus mentiras disfrazadas.
Y mis informes de locura generalizados.
Son noches leyendo.
Es un pasado perdido.
Son los besos que no se dieron.


Y las promesas que son nada.





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