sábado, 18 de enero de 2014

Bus II



Fue en un trayecto de autobús un lunes por la noche cuando me di cuenta. Sobre las nueve.
Cuando noté el sabor rancio del chicle dando vueltas en mi boca. Con la lengua dormida y cara de huida.
Las luces de los semáforos me deslumbraban. Una muchacha sentada a mi lado no paraba de mirarme. Cómo si le importara lo que estuviera escribiendo en el móvil.
Tenía el culo dormido de estar sentada y la espalda partida en cinco trozos por los putos asientos de plástico duro.
La música estallaba en mis oídos. Y me protegía con la capucha de mi alrededor. 
Llevaba cerca de una hora en el bus. Encontraba un nuevo compañero de viaje en cada parada.

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