viernes, 20 de septiembre de 2013

Ç



Las nuevas ganas de nada, el gastar mis tardes y dormir las mañanas oscuras. 
Huir del sol y quedarme blanca si me miras. 
Hay parejas extrañas en los bancos de este parque. Hoy lo gobiernan los viejos que ayer eran dueños de esto y, como una especie de gueto, nos disputamos los mejores sitios como si ahora fueran nuestros. 
Las renovadas historias de niños pequeños, los tristes cuentos de almas dormidas. Pero tú ya no me conoces, ni yo te encuentro cuando te pienso. Como antes. Siempre ha sido igual. Siempre nos hemos vuelto a gastar. 
Algunos días nos veíamos a la salida del colegio y hacíamos como que no nos conocíamos, cuando no había persona en el mundo que tuviera memorizado el mapa de mis lunares mejor que tú, ni había mirada más pura que la que le devolvías a mi nuca cuando creías que nadie te veía...
Nos sabemos perdidos y nos echamos de más, pero también falta a veces un menos entre tus brazos, o una sonrisa dispersa como la tuya. Ya nadie me sonríe así, ni nadie nos abraza por detrás. 
Quiero pensar que tenías una razón, de esas que nunca hemos necesitado. O de esas que nos inventábamos cuando queríamos naufragar. Me encantaba pensar que tenías los ojos más bonitos del mundo y que eran míos. Me gustaba que inventáramos razones, que después tirábamos, para gastar los días juntos. Y los años. Y las vidas. Y que te ahogaras en mis ojos. Y buscaras en mi boca el oxígeno que también nos inventábamos necesitar.


1 comentario:

  1. Nostálgico, lo sentí.
    Pensar que hace unos años me habría quebrado por un texto así.
    Un fuerte abrazo.
    HD

    ResponderEliminar